lunes, 30 de agosto de 2010

Ilusiones perdidas

Distraídos entre los sueños, cada uno acepta el rumbo del tren que los llevará quién sabe dónde. Quizá a la felicidad, quizá a la satisfacción o simplemente a destino.Los asientos los esperan, mostrando comodidad a los cuatro pasajeros que se animan a la odisea. Dos mujeres y dos hombres le entregan el boleto al guarda cansado que anhela quitarse de encima el viaje para disfrutar el fin de semana con su familia que aún lo espera. Con poco equipaje, sólo el necesario, los cuatro pasajeros se ven empujados por su situación a entrar allí. Ninguno sabe porque tienen que pero sienten algo en su corazón que se los indica. El día se asoma por la ventana mostrando los primeros destellos de luz de esa mañana fría de otoño. Lorraine lee un libro y John la observa. Janice con su gorro azul francia pone los ojos en la mirada de Dick que se pierde por la ventana. Cada uno está en su mundo, como si cada uno quisiera estar conectado sólo consigo mismo. Todos parecen verse pero a la vez no sienten que están relacionados entre sí.

El vagón 18 del tren Ilusiones perdidas comienza a moverse lentamente, acallando a los sonidos de la naturaleza. Son las seis de la mañana en ese pueblito desconocido del mundo. El tren mueve no sólo ilusiones sino también sueños, familias y deshace caminos. Lorraine deja de leer, saca una birome y un cuaderno donde comienza a escribir sin parar. John observa el paisaje pero se asombra sobre todo con la belleza de Janice, la mujer rubia de ojos celestes que se encuentra cerca de él. La mirada de Dick se pierde esta vez por la puerta del vagón. Entre miradas, el vagón 18 de Ilusiones perdidas parece ser observado por alguien más que la naturaleza. El sol se va ocultando durante este largo viaje. Comienza a aparecer la luna llena. El trayecto finaliza con los gritos del guarda que sabe que volverá a transitar por esas oscuras vías otra vez. Con una sonrisa cómplice hace señas con la mano derecha al maquinista indicándole que ya puede retomar el camino. Termina la noche tibiamente oscura del viernes 20 cuando cada uno de los pasajeros, con su mirada a cuestas y sin equipaje sigue su camino sin saberlo. Un paisaje oscuro con una ciudad de fondo, se asoma en la sucia y vieja estación de trenes donde los espera un señor de traje blanco que dice ser el alcalde. El sueño de Lorraine, Dick, Janice y John fue también el de muchos otros que transitaron por el vagón 18 de Ilusiones perdidas. Los gritos del guarda marcan el fin del viaje para ellos, no para él que sí volverá a transitar por esas oscuras vías otra vez. Con una sonrisa cómplice hace señas con la mano derecha al maquinista indicándole que ya puede retomar el camino. Termina la noche tibiamente oscura del viernes 13 cuando cada uno de los pasajeros, con su mirada a cuestas y sin equipaje siguen su camino sin saberlo. Un paisaje oscuro con una ciudad de fondo, se asoma en la sucia y vieja estación de trenes donde los espera un señor de traje blanco que dice ser el alcalde. El sueño de Lorraine, Dick, Janice y John fue también el de muchos otros que transitaron por el vagón 18 de Ilusiones perdidas.

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