Baja atormentado a las vías del subte línea D. Pasa del frío invernal al calor humano. El mediodía se asoma y él busca, como puede, subirse a un vagon que aún no está completo pero de a poco se acerca a eso. Los pies de los pasajeros cada vez más apegados, los codos siempre chocandose y las miradas fuertes y odiosas. Escenas normales de un día atrajeadamente laboral. La estación Olleros se presenta aburrida, las teles encendidas con spots publicitarios y entre ellos el jefe de Gobierno Porteño Mauricio Macri muestra algo de lo poco que ha hecho hasta ahora por la Ciudad. Entre miradas, suspiros, libros, revistas, diarios, auriculares y sueños aparece un personaje particular. Diferente al resto de la gente, su cuerpo no siente el día más frío del año porque se muestra con una musculosa y un pequeño chaleco rojo. En sus brazos se observan los tatuajes que podrían descifrar su historia de vida, sus intereses o placeres. Un pantalón negro acompañado de unas cadenas cayendo del costado derecho de su pantalón lo hacen parecerse mucho a un rockero de esos de antes, con mucho estilo y personalidad. Su vestimentea y su imagen se asemejan mucho al músico estadounidense Kid Rock. Si uno se lo cruza con la calle se lo imaginará yendo a un ensayo con su banda o en busca de nuevos horizontes musicales. Nade es lo que parece. Sin embargo, desde el arranque da una pista para dudar: el buen feeling con la gente lo situa en la posibilidad de un líder músical. Se acaba la espera. Saca sus cartas, se presenta como Alexis, alguien que dice ser mago, dice hacer magia.

Imagen: Facebook de Alexis Kokocinski
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