jueves, 15 de julio de 2010

Los sueños, un motivo para continuar...

Mediodía frío, muy frío. No alcanza el abrigo, todo es poco. La ciudad como siempre agitada, los ciudadanos apurados por llegar a su destino final, a su trabajo a su colegio, a su almuerzo, a su encuentro, a su renunión. La Plaza de Mayo refleja el horario, muchos comparten su almuerzos, disfrutan de la "tranquilidad", buscan el poco sol que aparece y se relajan en el poco tiempo libre que el día laboral les ofrece. Bajando hacia Paseo Colón se escuchan las bocinas de los autos impacientes ante un nuevo corte de manifestantes. ¡Otro más!, atino a decir sin miedo. En dos minutos ya imagine quienes serían, que quieren. Me queje una y otra vez. No encuentro el típico megáfono protestante, no veo banderas políticas, no observo gran cantidad de polícias listos para el ataque, listos para el enfrentamiento sin sentido. Son sólo 3 los que, con tranquilidad, cortan a medias la calle. Tampoco hay gritos ni canticos a favor o en contra de un partido político. Descolocado investigo el paisaje, los personajes, el ambiente. Música. Una voz que parece venir del cielo me estremece, hace calmarme, me olvido de las obligaciones diarias. Se para el tiempo. Olvido el porvenir y vivo el instante. No es una protesta más. Es un deseo de ideales, de vivir, de disfrutar lo que estudian. Todos los jóvenes de la escuela de música Juan Pedro Esnaola presentes luchan por conseguir un lugar digno donde continuar su carrera de músicos, hace años les vienen prometiendo cambiarlos de su lugar habitual ubicado en el barrio de La Paternal a otro edificio a construir en Saavedra. Desde el 2005 luchan o intentan disfrutar porque se los impide la falta de estufas, la caída de los techos, la contaminación sonora en el aula de percusión, entre otras cosas. Con firmeza y dedicación se agolpan frente a la Secretaría de Educación con el objetivo de ser escuchados. Sí, es una escuela pública pero no por eso debería estar así. No elijen una manera más. Cada uno de los alumnos presenta ante el público improvisado un pequeño repertorio que sale con el alma, con el corazón. Luego de esa voz celestial se suma una dulpa de chicas que con sus manos embellecen el aire a través del piano. Melodías rápidas, sencilals pero fuertes. Se ríen de sus sonidos, se miran, se alegran. Todo una imagen de lucha compartida, unida. Rememoran los viejos momentos de protesta, aquellos cuando muchas personas autoconvocadas peleaban por sus derechos, por sus sueños, por el medio ambiente, por el futuro y el presente. No sólo eso, sino que sus padres los apoyan, los abrazan, les dicen que siempre estarán a su lado, compartan o no sus ideales. Si tenía un mal día, se me pasó, se esfumó por ahí quien sabe dónde fue. Cada presentación fue digna de estar en cualquier teatro sin discriminación alguna. Luchen, sigan luchando se puede, así con esas ganas siempre conseguirán lo que añoran.




No hay comentarios:

Publicar un comentario